Opinión

¿Happycracia o la búsqueda de la felicidad?

A lo largo de la historia el ser humano nos hemos preguntado ¿qué es la felicidad y cómo podemos llegar a ella?. Las diferentes respuestas han sido abordadas principalmente desde el pensamiento filosófico, antropológico y desde la psicología. En este documento haré mayor énfasis de lo que ésta última ha discutido, resaltando las ideas que la psicología positiva y la psicología humanista ha planteado.

A lo largo de la historia el ser humano nos hemos preguntado ¿qué es la felicidad y cómo podemos llegar a ella?. Las diferentes respuestas han sido abordadas principalmente desde el pensamiento filosófico, antropológico y desde la psicología. En este documento haré mayor énfasis de lo que ésta última ha discutido, resaltando las ideas que la psicología positiva y la psicología humanista ha planteado.

¿Happycracia o la búsqueda de la felicidad?

Por: Erandi Ruíz Caudillo

Es fundamental mencionar como desde el pensamiento filosófico distintos autores han hecho referencia al significado de felicidad. Para Sócrates “El secreto de la felicidad no se encuentra en la búsqueda de más, sino en el desarrollo de la capacidad para disfrutar de menos”, para Aristóteles “La felicidad depende de nosotros mismos”, estaba convencido que ésta implica llevar una vida virtuosa y ética, por su parte Platón señaló que “el hombre que hace que todo lo que lleve a la felicidad dependa de él mismo, ya no de los demás, ha adoptado el mejor plan para vivir feliz”, la felicidad para muchos de los griegos era no un resultado, sino una condición que se obtenía al vivir una buena vida.

Siglos más tarde Kant mencionó “la felicidad; más que un deseo, alegría o elección, es un deber”, Stuart Mill consideraba la felicidad como la búsqueda del placer y la huida del dolor, Bertrand Russell autor de La conquista de la felicidad mencionó que “la felicidad solo puede conseguirse a través de la experiencia del amor y la gratitud” para José Ortega y Gasset, la felicidad es la vida dedicada a ocupaciones para las cuales cada hombre tiene singular vocación, para Slavoj Zisek filósofo contemporáneo ser feliz es un asunto de opinión y no un asunto de verdad, la considera un producto de los valores capitalistas que prometen la satisfacción eterna a través del consumo.

Por su lado la antropología social también tiene mucho que compartir para hablar sobre las emociones y sentimientos, sobre todo desde la corriente de Cultura y Personalidad con los trabajos de Margared Mead y Ruth Benedict en Estados Unidos, esta corriente de pensamiento llamado también “culturalismo” introduce al campo de estudio el psicologismo, legitimando de alguna manera la relación entre individuo y sociedad.

Según Le Bretón (2012) actualmente se explica que existen dos paradigmas teóricos para acercarnos al estudio de las emociones desde las ciencias sociales: por un lado, el cultural, es decir, el análisis de los signos y significados culturales que aprendemos a lo largo de la vida en una sociedad específica y vamos moldeando en su transcurso; y por otro lado, el estructural, que tiene que ver con que las emociones están reguladas, controladas y dirigidas por dos dimensiones fundamentales: el Estado y el poder.

En este sentido, desde una mirada antropológica podríamos decir de manera general que la felicidad es una construcción social que se vive de acuerdo a la cultura y a los valores que promueve cada una. La cultura occidental capitalista en la que vivimos sigue promoviendo que la vía hacia la felicidad va a depender del poder adquisitivo con el que cuentes así como el nivel de consumo que puedas ejercer, por encima de cualquier otro valor, introyecto que nos hemos comprado como sociedad, sin embargo, la vida y el contexto social presente en el que vivimos nos ha demostrado que la mayor riqueza que podemos tener en estos tiempos es la salud física y emocional, ya que teniendo esto, lo demás es más fácil poderlo obtener, aunque no siempre será suficiente.

Illouz y Cabanas (2019) en su libro Happycracia señalan que en la actualidad se propone una felicidad que es un estilo de vida que apunta hacia la construcción de un ciudadano individualista, que piensa que no le debe nada a nadie, sino que todo lo que tiene se lo merece. Sus éxitos y fracasos, su salud, su satisfacción, no dependen de cuestiones sociales sino de él mismo y de su correcta gestión de sus emociones, pensamientos y actitudes. El neologismo happycracia viene de happiness (felicidad), siendo happ, un verbo inglés que significa tener suerte. El sufijo cracia proviene del griego, y significa poder y autoridad, “se utiliza para mostrar cómo la felicidad se integra en el tejido de poder y se utiliza como criterio principal para tomar decisiones sobre la vida de las personas bajo simples argumentos de autoridad”. Si no consigues ser feliz –o por lo menos aparentarlo- parece que algo has omitido o has hecho mal en tu vida. Todo depende de la actitud del individuo frente a las circunstancias de la vida. Es la religión del uno mismo, del “cree en ti mismo”, “cree en tus posibilidades”, “focalízate y gestiona tu vida interior” La happycracia es la enfermedad de querer ser feliz a toda costa. En este sentido, parecería que la deseada felicidad es sólo una decisión de actitud y voluntad individual.

Según Seligman (2002) fundador de la psicología positiva menciona que para llegar a una vida plena hay que cultivar en la vida emociones positivas, es decir, tener la mayor cantidad de momentos felices en la vida, estos momentos pueden alcanzarse a través del savoring – savorear el momento presente deleitando los sentidos de la forma más genuina posible, o bien a través la llamada atención plena que implica conseguir la atención de los pensamientos, emociones y acciones.

La psicología positiva lleva veinte años afirmando que ha descubierto las claves y fórmula de la felicidad, como si fuera una ecuación. Afirman que la felicidad se debe, en casi noventa por ciento a factores personales y las circunstancias o factores sociales y el resto se debe a factores endógenos.

Illouz y Cabanas (2019) señalan que la psicología positiva posee elementos valiosos, pero se ha utilizado de forma sesgada para justificar las hipótesis de la happycracia, y el neoliberalismo económico la ha convertido en una ideología individualista, concibiendo al ser humano como autónomo y autosuficiente, que tiende a focalizar en el individuo todo el peso y toda la explicación de las dinámicas sociales, no existen problemas sociales; lo que existen son problemas individuales. ¿En este sentido somos constructores de nuestras desgracias? ¿Somos responsables de la falta de oportunidades?

Sin desacreditar a la psicología positiva cabe mencionar que la mayor producción y venta de libros de autoayuda con una gran cantidad de ganancias económicas se ha dado en Estados Unidos gracias a que Seligman fue presidente del APA y tuvo el apoyo y los recursos para difundir la corriente de pensamiento que gestó. Esto nos habla que el consumo de tal literatura responde a un campo y a necesidades concretas de querer tener certezas y fórmulas para lograr bienestar incluyendo la garantía de poder ser felices.

Así que: ¿Qué es la felicidad? ¿Una meta? ¿Una utopía? ¿Es alcanzable? ¿Es un deseo permanente que nunca se satisface?

Para la psicología humanista ontológicamente es complejo comprender la felicidad si pudiéramos definirla, para comenzar es un proceso y no un fin y cada individuo lo vive subjetivamente. Me centraré en la propuesta de Maslow para intentar vislumbrar conceptualmente lo más aproximado al concepto “felicidad” para este autor se encontraría en la llamada “autorrealización”, ésta se da mediante la satisfacción de distintos niveles de necesidades que gráficamente explica con la existencia de una pirámide, en donde en la base ubica a las necesidades fisiológicas que implican la sobrevivencia (comer, dormir, tomar agua, sexo), posteriormente se encuentran las necesidades de seguridad, las necesidades sociales (prestigio, pertenencia, etc.) y finalmente las necesidades de trascendencia o de autorrealización, Maslow (2002) define la autorrealización como “la continua realización de potenciales, capacidades y talentos, como el cumplimiento de una misión, destino o vocación, como un conocimiento pleno y aceptación de la naturaleza intrínseca de la persona, como una tendencia incesante hacia la unidad, integración y sinergia dentro de la persona” (p.p 77).

El mismo autor podría señalar que las personas autorrealizadas viven con los llamados valores del ser, valores que constituyen al humanismo.

Señala que las personas autorrealizadas cuentan con las siguientes características:

1.         Perciben la realidad de manera más clara y objetiva. Por lo tanto, es más improbable que sean engañados, ya que muestran facilidad a la hora de detectar las estrategias de manipulación de los demás y son capaces de juzgar a la gente de manera útil y adaptativa.

2.         Muestran un grado de aceptación de sí mismos relativamente alto, y eso se plasma en su autoimagen y autoestima. Esta característica de la aceptación también se extiende a muchos otros ámbitos de la vida. Así, los individuos autorrealizados aceptan lo malo y lo bueno de la vida, habiendo identificado primero qué tipo de situaciones son irremediables y no pueden ser cambiadas radicalmente a través de los actos del ser humano.

3.         Al estar en contacto con sus impulsos internos y su experiencia se comportan de manera simple y natural, sin ocultarse detrás de una máscara social o de un falso “yo”.

4.         Se centran en problemas fuera de sí mismas, teniendo un elevado nivel de conciencia social, y no dudan en abandonar su ego para ayudar al prójimo. Suelen estar sensibilizadas y comprometidas con diversas causas sociales.

5.         No necesitan gozar continuamente de la aprobación externa, y piensan por sí mismos en lugar de dejar que sean otros los que tomen las decisiones por ellos. Estudios demuestran que pueden tolerar la privación sensorial con más facilidad que los demás.

6.         Son independientes, capaces de satisfacer sus propias necesidades y valerse por sí mismas sin depender de los demás en exceso. Toman decisiones sin pedir el consejo de los demás, confiando en su buen criterio y responsabilizándose de las mismas.

7.         Muestran un sentido de asombro y de admiración hacia la vida.

8.         Capaces de tener experiencias cumbre a las que Maslow definió como “estados de unidad donde el tiempo tiende a desvanecerse y el sentimiento que sobrecoge hace parecer que todas las necesidades se hallan colmadas”.

9.         Se identifican con los seres humanos en general, y tienen sensación de relación con la raza humana, sin prejuicios. Además, son capaces de crear relaciones de amor sano, sin apego ni dependencia, únicamente centrándose en hacer crecer a la persona amada.

10.       Son democráticas más que autoritarias y no insisten en mantener un estatus por encima de los demás.

11.       Tienen fuertes estándares éticos, aunque estos no son normas convencionales del bien y el mal, sino ideas propias que se han formado en base a su propio criterio y observación del mundo.

12.       Poseen un gran sentido del humor que no es hostil, no se ríen a expensas de otras personas. Se trata de un sentido del humor más filosófico, existencial.

13.       Son creativos, capaces de generar ideas genuinas y soluciones originales ante los problemas.

Me gustaría dejar claro que Maslow no señala explícitamente en su obra que las personas autorrealizadas sean personas felices pero si deja ver que tienen un mejor nivel de desarrollo y crecimiento personal.

Desde mi perspectiva las características anteriormente señaladas nos hablan de un nivel de mayor aceptación de la realidad y de responsabilidad hacia nuestras vidas y la existencia de los demás, me parece que resultaría casi inalcanzable y probablemente poco deseado para muchos lograr los anteriores puntos, sin embargo, es una invitación para reflexionar en donde estamos parados.

Desde mi visión antropológica y terapéutica me gustaría poner sobre la mesa el reflexionar sobre las nuevos discursos y concepciones ideológicas y vivenciales que forman parte de toda una industria de consumo de la llamada “new age” que se han vuelto tangibles en el acceso a ciertas prácticas como el yoga, retiros de meditación, el veganismo, el consumo de los psicodélicos, entre otras prácticas de consumo mismos que, ¿nos llevarán automáticamente a encontrar la felicidad? o es parte de una industria perfectamente estudiada para hacernos creer que con esto estaremos más sanos, felices y conscientes, cabe señalar que no invalido dichas prácticas, sin embargo, se han vuelto todo un sistema de consumo al que por supuesto no todos tenemos acceso y al que no necesariamente es una de las vías hacia la felicidad.

Esto me lleva a la reflexión de pensar si la felicidad es una utopía, es algo que ¿se construye, se elige, se encuentra, o es un ideal de nuestra condición humana? ¿Es algo que sucede en lo individual o también en lo colectivo? Lo que si me queda claro de manera personal es que afortunadamente es efímera, gracias a esta condición, podemos disfrutarla cuando esté presente y comprender que no puede ser permanente por cuestiones existenciales que nos caracterizan como seres vivientes y sintientes.

En este sentido la psicoterapia humanista y en concreto la psicoterapia Gestalt se vuelven posturas críticas de pensamiento ya que nos invitan a cuestionar qué implica el bienestar, nos invita a estar en el presente, en el aquí y el ahora y en la realidad que podemos elegir vivir más allá de nuestro contexto social, cultural y de historia de vida, todo esto mediante un proceso de conciencia corporal y reflexiva.

Para cerrar esta reflexión me gustaría decir que la verdadera felicidad debería ser un continuum entre lo individual y lo colectivo, como experiencia humana implicaría que pudiéramos vivir en un mundo más equitativo, donde haya paz entre los países, menos desigualdad e injusticia social, mayor inclusividad y donde verdaderamente exista “un mundo donde quepan muchos mundos”.


Referencias bibliográficas:

-Cabanas, E y Illouz, Eva, 2019, Happycracia. Cómo la ciencia y la industria de la felicidad controlan nuestras vidas, Paidós.

-Le Breton, David, Por una antropología de las emociones, en Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad, vol. 4, núm. 10, diciembre-marzo, 2012, pp. 67-77. Universidad Nacional de Córdoba, Argentina.

-Maslow, Abraham, (2002), El hombre autorrealizado: hacia una psicología del ser, Kairós.


¿QUIÉN ES?

**Erandi Ruiz Caudillo

Antropóloga social y psicoterapeuta Gestalt.


Las ideas vertidas en la sección de Opinión son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten. La política editorial de en15dias.com promueve su difusión como contribución a la discusión acerca de los conflictos sociambientales, salud, derechos humanos y política ambiental.

1 comments on “¿Happycracia o la búsqueda de la felicidad?

  1. OGR

    Muy interesante aprender sobre las distintas visiones de la felicidad a lo largo de la historia y en diversas corrientes de pensamiento. 🙂

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