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De Fox a Sheinbaum: la evolución del discurso de la “economía circular” en México

De Fox a Sheinbaum, la economía circular en México ha pasado de la sustentabilidad genérica a un discurso institucionalizado. Entre leyes, estrategias y proyectos piloto, la circularidad avanza más en el papel que en la práctica, enfrentando contradicciones con megaproyectos extractivos.

De Fox a Sheinbaum, la economía circular en México ha pasado de la sustentabilidad genérica a un discurso institucionalizado. Entre leyes, estrategias y proyectos piloto, la circularidad avanza más en el papel que en la práctica, enfrentando contradicciones con megaproyectos extractivos.


De Fox a Sheinbaum: la evolución del discurso de la “economía circular” en México

Uitzume, el perro del lago*

Actualmente, la economía circular ha sido presentada como la panacea de la sostenibilidad: un modelo que promete transformar residuos en recursos, reducir la presión sobre ecosistemas y alinear economía con medio ambiente.

En México, sin embargo, el concepto ha tenido más peso en el discurso que en la práctica. Entre leyes en construcción, proyectos piloto y contradicciones con megaproyectos extractivos, la circularidad avanza a paso lento, atrapada entre la retórica política y las urgencias sociales y ambientales.

El término nació en la academia en los años setenta, con Kenneth Boulding y su propuesta de cerrar ciclos frente al modelo lineal de “tomar, hacer, desechar”. Europa lo adoptó como política pública desde hace dos décadas; México, en cambio, lo incorporó tarde y con tropiezos.

Durante el periodo de Vicente Fox (2000–2006), la economía circular ni siquiera figuraba en la agenda nacional; el discurso gubernamental se centraba en la conservación y el desarrollo sustentable, sin hacer mención al concepto.

En el sexenio de Felipe Calderón (2006–2012) se apostó por la proyección internacional en materia de cambio climático, con la COP16 en Cancún como emblema, pero la economía circular seguía siendo ajena a la política pública.

Con Enrique Peña Nieto (2012–2018) se promovió el “crecimiento verde” y se impulsaron programas sectoriales de producción y consumo sustentable, aunque la circularidad continuó siendo marginal y sin un marco legal que la respaldara.

Bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador (2018–2024), la economía circular tuvo un impulso formal con la presentación en 2024 de la Estrategia Nacional de Economía Circular, un intento por institucionalizar el concepto; sin embargo, la falta de obligatoriedad y la contradicción con megaproyectos como el Tren Maya y Dos Bocas limitaron su credibilidad y alcance.

Finalmente, con Claudia Sheinbaum (2024–), la narrativa dio un salto significativo: la economía circular aparece de manera explícita en el Plan Nacional de Desarrollo 2025–2030 y se anunciaron proyectos concretos, como el Polo de Desarrollo de Economía Circular en Hidalgo, que contempla plantas de tratamiento de agua, reciclaje y generación de energía renovable.

Desde SEMARNAT, Alicia Bárcena ha impulsado la agenda en foros internacionales y ante el Senado, posicionando la circularidad entre las siete prioridades ambientales del sexenio.


FOTO: SEMARNAT.

Estado actual: leyes, estrategias e iniciativas

Al cierre de esta editorial, el 7 de octubre de 2025, México se encuentra, al menos en el discurso oficial, en plena transición hacia una política nacional de economía circular.

El marco legal vigente sigue siendo la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR), que ha recibido reformas recientes orientadas a mejorar la prevención, la valorización y la gestión de los residuos.

Paralelamente, SEMARNAT ha trabajado en el diagnóstico y en la construcción de las bases de la Estrategia Nacional de Economía Circular (ENEC), publicada en 2024, con el objetivo de crear un programa y un plan de acción nacional que incluyan indicadores y metas concretas.

En el ámbito legislativo, desde 2019 se han presentado diversas iniciativas para expedir una Ley General de Economía Circular; el Senado aprobó un dictamen en 2021 que fue enviado a la Cámara de Diputados.

Entre 2024 y 2025 han surgido nuevas propuestas para crear esta ley o para reformar la LGPGIR, en un esfuerzo por dar solidez normativa a la transición hacia la circularidad.


Instrumentos y experimentos locales

En los borradores y leyes locales se han incorporado diversos instrumentos destinados a materializar la economía circular.

La Responsabilidad Extendida del Productor (REP) se perfila como el eje central, imponiendo a las empresas obligaciones de recolección, reciclaje y financiamiento de los residuos generados.

Asimismo, se contemplan mecanismos de certificación de procesos y productos, como el Distintivo de Circularidad y evaluaciones asociadas, ya incluidos en la Ley de Economía Circular de la Ciudad de México de 2023.

También se prevén sistemas de información para monitorear inventarios de residuos y flujos de materiales, aunque estas plataformas todavía se encuentran en fase de diseño.

A nivel estatal, la Ciudad de México y Oaxaca aprobaron sus propias leyes de economía circular en 2023, adelantándose al marco federal.

De manera complementaria, se impulsan proyectos piloto, como el Parque de Economía Circular en Tula, que buscan demostrar que la circularidad no solo es un concepto ambiental, sino que también puede traducirse en generación de empleos e inversión público-privada.


Retos y vacíos

El camino hacia la economía circular en México no está exento de obstáculos. Aunque existen leyes estatales que avanzan en la materia, aún falta un marco nacional consolidado que permita evitar la fragmentación normativa entre los distintos niveles de gobierno.

Además, la valorización de residuos requiere inversión en infraestructura, plantas, logística e incentivos, un desafío que los municipios enfrentan con capacidades desiguales.

Otro reto importante es la integración del sector informal, ya que los recicladores informales sostienen gran parte de la cadena de reciclaje en el país, pero siguen excluidos de las políticas públicas, generando tensiones sociales y riesgos de desplazamiento laboral.

Por último, incluso si se aprueba una Ley General de Economía Circular, habrá que esperar a la publicación de reglamentos y lineamientos específicos, con plazos concretos, antes de que las disposiciones puedan implementarse de manera efectiva.


FOTO: SEMARNAT.

La narrativa oficial y sus contradicciones

La narrativa gubernamental ha evolucionado, pasando de la “sustentabilidad” genérica de Fox a la tentativa institucionalización de la economía circular bajo Sheinbaum.

Hoy, la circularidad aparece en planes nacionales, discursos presidenciales y proyectos emblemáticos. Sin embargo, este discurso convive con megaproyectos extractivos y energéticos que contradicen los principios que supuestamente promueve.

Es la misma tensión que señalan académicos, ONG y colectivos: la economía circular se presenta como un modelo transformador, pero corre el riesgo de convertirse en un simple maquillaje verde que legitima el mismo esquema extractivo de siempre.

Críticos como Nancy Bocken, Walter Stahel o la GAIA advierten que la circularidad empresarial rara vez reduce el consumo o la extracción; su efecto principal es aparentar eficiencia.

En México, investigadores de la UNAM y la UAM señalan que la circularidad se promueve principalmente en envases y plásticos, mientras que sectores de mayor impacto ambiental, como la minería o la agroindustria, permanecen prácticamente fuera del debate.

El riesgo es evidente: un modelo circular que excluye a recicladores informales, que se limita a certificar procesos industriales y que convive con obras que destruyen ecosistemas, no es circularidad; es simulación.

Políticamente, la economía circular se ha vuelto rentable. Hoy aparece en el Plan Nacional de Desarrollo, en foros internacionales y en leyes locales. Sin embargo, su implementación real enfrenta desafíos serios: financiamiento insuficiente, falta de armonización normativa, exclusión social y ausencia de coherencia ambiental.

Mientras los proyectos extractivos sigan siendo la prioridad y el marco federal carezca de fuerza, el círculo no se cierra: apenas gira sobre sí mismo, convertido más en un eslogan que en una práctica transformadora.


*Uitzume, el perro de lago es la editorial de en15dias.com.
Está escrito a tres manos por las editoras y editores. Este espacio analiza, desde una visión crítica aguda, ácida y siempre profunda, las problemáticas socioambientales, de derechos humanos y de salud comunitaria en Michoacán.


Este espacio pone énfasis en lo que se pregunta, pero no se cuestiona; en lo que se observa, pero no se escribe, y en lo que se habla, pero no se escucha.


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