Sinaloa, Michoacán, Nayarit, Nuevo León y Guerrero concentran 60 por ciento de los casos activos y nuevos de lepra, de acuerdo con el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades.
Por: en15dias.com
Sinaloa, Michoacán, Nayarit, Nuevo León y Guerrero concentran 60 por ciento de los casos activos y nuevos de lepra, de acuerdo con el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades.
A ellos se suman otros: Zacatecas, Coahuila, Campeche, Yucatán, Durango, San Luis Potosí, Oaxaca, Chiapas, Ciudad de México (Tlalpan, Xochimilco), Colima y Jalisco.
Para María del Rosario Morales Espinosa, académica del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina de la UNAM, “la lepra existe; es un hecho que no se ha eliminado, ni se eliminará mientras se ignore”.
Por ello, señala, “se requieren campañas de concientización para explicar a la sociedad que se trata de un padecimiento curable como cualquier otra enfermedad infecciosa”.
¿Qué es la Lepra?
La lepra es producida por la bacteria Mycobacterium leprae, de replicación lenta; se trata de una enfermedad infecciosa que puede tardar varios años, de cinco a 20 años en manifestarse.
Es una enfermedad infecciosa crónica afecta principalmente la piel y los nervios periféricos, pero puede afectar otros tejidos.
Para adquirir la infección se requiere que una persona sana sea susceptible de adquirir y desarrollar la enfermedad, además de una estrecha y prolongada convivencia con una persona enferma de lepra y sin tratamiento, que saque o expulse, bacterias al hablar, toser o respirar y que la persona sana esté cercana a esta.
¿Cuáles son los síntomas de la Lepra?
Se manifiesta como manchas o placas claras, rojizas, cobrizas o quistes (bolitas) principalmente; las lesiones se presentan en número y formas variadas, están asociadas a adormecimiento (anestesia), falta de vello (alopecia) y falta de sudoración (anhidrosis). La localización más frecuente es en cara, tronco y extremidades.
- Lesiones cutáneas que son más claras o rojizas que el color normal de la piel
- Lesiones que presentan disminución de la sensibilidad al tacto, al calor o al dolor
- Lesiones que no sanan después de algunas semanas o meses
- Debilidad muscular
- Adormecimiento o ausencia de sensibilidad en manos, brazos, pies y piernas
SE DIFICULTA DIAGNOSTICARLA
El mecanismo de trasmisión de la bacteria no está bien definido; se cree que se presenta cuando una persona inhala gotas de saliva de alguien infectado y al estar en contacto directo y prolongado con el enfermo. Aun así “existe una susceptibilidad de huésped, porque puede haber 10 personas en las mismas condiciones y no todas se infectan, sino las más susceptibles”, alerta.
De acuerdo con la experta, los síntomas tampoco son claros y por ello se dificulta el diagnóstico.
Una señal puede ser cualquier lesión dermatológica que aparece como única, hipopigmentada (más blanca que el resto de la piel) o rojiza, con bordes elevados, etcétera. No obstante, “la clave está en la pérdida de sensibilidad en la región donde aparece esa mancha y en los márgenes que la rodean”.
Por ello, el médico debe estar atento a la aparición de cualquier tipo de mancha en el tronco, manos, nalgas o cara; observarla y preguntarle al paciente si siente el contacto del objeto mediante el cual se realiza la exploración. Si no es así, podría ser un indicio de lepra.
A partir de esa sospecha se realizan estudios para establecer un diagnóstico correcto: clínico, histopatología (análisis del tejido), basiloscopia y de reacción inmune (lepromina), entre otros.
Morales Espinosa afirma que al ser curable es importante tratarla a tiempo con poliquimioterapia (es decir, tres medicamentos: clofazimina, dapsona y rifampicina) durante aproximadamente un año y medio, o hasta que se compruebe que la bacteria se eliminó.
La meta es evitar deformaciones o incapacidades de la persona debido a la destrucción de tejido, reabsorción de hueso, o reacción inflamatoria a consecuencia de la respuesta inmune al tratar de destruir al bacilo.
LA HISTORIA DE LA LEPRA
Aunque su incidencia es baja, reconoce María del Rosario Morales, es un padecimiento que se olvida, a pesar de que produce estigma y discriminación para la persona enferma.
Ese ha sido un problema que han enfrentado los pacientes con lepra durante la historia de la humanidad.
A lo largo de la época medieval, a los leprosos se les separa y aísla de la sociedad dentro de los miles de leprosarios que proliferaron en las márgenes de las ciudades europeas. Aunque pueden salir de ellos, son obligados al estigma: utilizan un hábito con sombrero y capucha y deben avisar de su presencia a los demás, ya sea sonando una campana de mano o una especie de tablillas de madera llamadas carracas.
Hacia el final de la edad media, la lepra se reduce progresivamente. Sin embargo, el estigma hacia quienes padecen esta enfermedad se mantiene a lo largo del tiempo, como da cuenta la gran cantidad de representaciones de leprosos en el arte, e incluso hoy en día existe discriminación y estigma hacia quienes padecen lepra.
Luego se establecieron leprosarios donde se abandonaba a los pacientes a su suerte, en condiciones infrahumanas, donde se enfrentaban a las deformaciones que genera la enfermedad, sin recibir ayuda, rememora la especialista.
Aún hoy, cuando hablamos de un paciente con lepra lo imaginamos completamente deformado, y eso ocasiona que las familias oculten a los enfermos, apunta.
Hay estadísticas que indican que la lepra impacta más a hombres que a mujeres, en una proporción de dos a uno; como es una infección de un periodo largo, se registra en adultos jóvenes, aunque las deformaciones se manifiestan en edades más avanzadas, detalla Morales Espinosa.
INCIDENCIA EN MÉXICO
En México, entre 1989 y 2017, la lepra disminuyó 97%, al pasar de 16 mil 694 a 412 casos; concentrándose el mayor número en Guerrero, Jalisco, Oaxaca, Sinaloa y Michoacán.
El número de casos nuevos a nivel país fue de 140, es decir, una tasa de incidencia de 0.113 por cada 10 mil habitantes.
Desde 1994 México logró abatir la lepra como problema de salud pública, al alcanzar la meta de la Organización Mundial de la Salud de menos de 1 caso por cada 10 mil habitantes.
Actualmente, Sinaloa, Michoacán, Nayarit, Nuevo León y Guerrero concentran 60 por ciento de los casos activos y nuevos de lepra, de acuerdo con el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades.
A ellos se suman otros: Zacatecas, Coahuila, Campeche, Yucatán, Durango, San Luis Potosí, Oaxaca, Chiapas, Ciudad de México (Tlalpan, Xochimilco), Colima y Jalisco.
De acuerdo con el Instituto de Salud para el Bienestar (2022), en 24 países del continente americano se reportan casos, algunos con más de 100 por año, indican datos de la Organización Panamericana de la Salud. Entre esas naciones están: Argentina, Colombia, Cuba, México, Paraguay, República Dominicana, Venezuela y Brasil. Este último concentra 94 por ciento de los casos de la región.
“Hay situaciones en que, en efecto, es mínima la población afectada, pero hay regiones que tienen más casos de los que deberían registrarse”, precisa Morales Espinosa.
“Debemos enfocarnos en ellos sin importar si se trata de regiones apartadas; es necesario llevar tratamientos a los pacientes e información para las poblaciones”, afirma.
Una vez recibido el tratamiento, el paciente puede llevar una vida normal, abunda la experta.
“Lo ideal sería que, si no se erradica, que sean mínimos los casos que se detecten; a las personas que están en contacto con los enfermos hay que darles tratamiento preventivo”.
Eso ayudará a controlar ese mal, sobre todo en ciertas zonas de nuestro país.
“No se ha eliminado porque impacta a poblaciones marginadas y pobres, es endémica y no epidémica, y por el surgimiento de otros padecimientos que tienen prioridad, como la COVID-19.”
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