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Tratado Global de los Océanos ¿una ruta de explotación o conservación?

A pesar de que la mayoría de las organizaciones ambientalistas han calificado como “histórico” el Tratado Global de los Océanos, todavía requiere de una ratificación de 60 países y que se acuerde quién definirá la creación de zonas como Áreas Naturales Protegidas y quién será el regulador de las zonas de pesca en altamar.

A pesar de que la mayoría de las organizaciones ambientalistas han calificado como “histórico” el Tratado Global de los Océanos, todavía requiere de una ratificación de 60 países y que se acuerde quién definirá la creación de zonas como Áreas Naturales Protegidas y quién será el regulador de las zonas de pesca en altamar.

El panorama se ve complicado. En un escenario ideal, estos seis años servirán para cuidar, desde los estados, estos lugares y comenzar a delinear lo que serían acuerdos muchos más ambiciosos de conservación global.


Tratado Global de los Océanos ¿una ruta de explotación o conservación?

Por: Gilbert Gil Yáñez / en15dias.com

ACUERDOS SIGNIFICATIVOS

Este 28 de febrero, los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas llegaron a un acuerdo sobre el Tratado Global de los Oceános que tiene como objetivo proteger la biodiversidad de áreas de los océanos que están fuera de las jurisdicciones de las naciones.

El Tratado Global de los Océanos trata de regular la manera en que las empresas de biotecnología explotan el mar. Actualmente, sólo el 1 por ciento del mar está regulado.

Dos terceras partes de los océanos son aguas internacionales y se encuentran muy explotados y poco regulados al quedar fuera de cualquier jurisdicción nacional.

Al ritmo actual de destrucción se calcula que para 2050 los océanos tendrán más masa plástica que peces. 

El Tratado Global de los Océanos trata de dar solución a cuestiones tan complejas como el reparto de los beneficios del uso de los recursos genéticos del océano, el establecimiento de medidas de conservación y la creación de un marco legal para la explotación de aguas internacionales. 

Establecerá una Conferencia de las Partes (COP), la Cumbre Anual que realiza la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se reunirá periódicamente y permitirá que los estados miembros rindan cuentas sobre temas como la gobernanza y la biodiversidad.

Según las organizaciones ambientalistas, este acuerdo es esencial para cumplir el compromiso 30×30 que los países hicieron en la Conferencia de la ONU sobre Biodiversidad, en diciembre, que busca proteger un tercio del mar (y la tierra) para 2030.

Sin embargo, aún hay temas importantes por discutir, como quién y dónde se explotarán los recursos genéticos marinos  globales, uno de los temas más polémicos y que retrasó por 17 años este tratado.

Para la organización Oceana es una ruta que permite llegar a algunos acuerdos importantes y necesarios.

En entrevista con en15dias.com, Renata Terrazas, directora de la organización en México hace un balance de la firma de este acuerdo; reflexiona acerca de los faltantes y destaca el esfuerzo de los países para signar el Tratado Global de los Océanos que servirá como una primera pincelada para la conservación de los océanos.

FOTO: Oceana.

Para la politóloga con especialización en políticas públicas lo primero que hay que destacar es que “hay muchos de los detalles que quedaron todavía por definirse, pero vale la pena resaltar tres temas que son muy significativos”.

El primero es que establece una ruta para declarar la creación de áreas marinas protegidas en altamar.

“Normalmente, estas áreas se llegan a crear en la Zona Económica Exclusiva de cada país;  cada quien decide crear un área, protegerla, poner ingresos para que pueda estar vigilada;  y en altamar sólo está protegido en uno por ciento, entonces, este tratado va a establecer una ruta para llegar al 30 por ciento”, explica.

“Es el ideal en este momento que nos hemos planteado como humanidad para proteger el océano, entonces eso es lo primero que hay que destacar, es muy importante”.

Lo segundo es que establece la necesidad de tener evaluaciones de impacto ambiental en cualquier proyecto en altamar.

“Igual que en la Zona Económica Exclusiva, si una persona quiere pescar, explorar o hacer lo que sea, tiene que tener una evaluación del impacto ambiental y sobre esa base se aprueba o no la posibilidad de tener esa actividad. Entonces lo mismo va a suceder en altamar. Habrá que revisar como se implementan”, señala Terrazas.  

Para la directora de Oceana, el tercer acuerdo importante fue establecer “algunos principios un poco más justos en la explotación de la riqueza del mar”.

Según los objetivos del tratado, la conservación cubrirá casi dos tercios del océano que se encuentra fuera de las fronteras nacionales, y proporcionará un marco legal para establecer amplias áreas marinas protegidas, sin embargo, también regulará la explotación de los recursos genéticos.

“En el mar, y en altamar sobre todo, hay una riqueza gigantesca en biodiversidad, pero también una potencial riqueza económica a la cual sólo pueden acceder un número muy reducido de países que son los que tienen la tecnología, entonces, este acuerdo establece un principio sobre el cual va a tener que haber una ganancia colectiva de aquello que se llegue a explotar de altamar para no caer en el caso en el que sólo los países desarrollados con la tecnología pertinente podrán extraer del mar la riqueza económica sin dejar a un lado a los demás países que no tenemos las herramientas”, señala Terrazas.


RECUADRO Tratado Global de los Océanos ¿una ruta de explotación o conservación?

Hasta ahora, estas áreas no estaban sujetas a ninguna regulación, por lo que cualquier país podía hacer lo que quisiera en altamar. Estos son los aspectos que regulan el Tratado Global de los Océanos: 

  • La explotación de los recursos genéticos marinos, que cada vez tienen una mayor importancia respecto a avances en medicina, alimentación, etc. 
  • La gestión y protección de áreas marinas, necesarias para alcanzar el objetivo de protección del 30 % del océano y contribuir a conservar la biodiversidad y detener su pérdida, así como a luchar contra el cambio climático. 
  • La realización de evaluaciones de impacto ambiental, necesarias para multitud de actividades crecientes, como la instalación de energías renovables, explotaciones mineras o instalación de cables submarinos. 
  • La creación y transferencia de tecnologías marinas, promoviendo la cooperación entre países para llegar a conocer nuestros mares.

Checa la entrevista: Renata Terrazas, directora de la organización Oceana en México

VIDEO: en15dias.com

MAYOR CONSERVACIÓN, MAYOR INTERÉS

A pesar deestos tres principales acuerdos que se dieron durante la firma del tratado, quedaron al menos dos pendientes que serían los puntos finos de la negociación y que 60 países tendrán que analizar y ratificar.

Uno de ellos es definir quién será la máxima autoridad que decidirá cuál área y cuál no será protegida, y dónde se podrá pescar ya que el tratado quiere evitar la pesca ilegal en estas zonas.

El principal obstáculo durante estos 17 años ha sido alcanzar el consenso acerca de la explotación de los recursos genéticos marinos, debido a como distribuir de forma justa y equitativa y los beneficios futuros de su comercialización entre todos los países.

El acuerdo es algo ambiguo a este respecto, y todavía no se conocen los mecanismos propuestos para conseguirlo.

“Hay acuerdo entre los países y una autoridad sobre altamar en materia pesquera, entonces, ¿cómo se va a implementar las decisiones que toman estas autoridades colectivas, referente a la pesca sobre todo con el atún con este nuevo tratado? ¿cuál va a ser la máxima autoridad en determinado momento para decidir qué no? Eso sigue estando en el detalle”, asegura la directora de Oceana.

Otro de los detalles que se tendrá que discutir es cómo van a tener que aprobar la creación de una nueva área, para Terrazas “una de las cosas que se discutió muchísimo es qué porcentaje de países tenían que aprobarlo y se redujo, o sea, fue una de las grandes peleas, pero siguen siendo dos terceras partes, o sea, no es un consenso que es muy complicado de encontrar, pero sí son dos terceras partes, que sigue siendo un número significativo de países que tienen que acordar la creación de una área marina protegida”.

Para Terrazas “hay cosas todavía en la implementación que iremos viendo, qué tan complicadas o no son, de echarse a andar con base en el tiempo. La verdad es que sólo el tiempo nos va a decir eso”.

Para la ratificación de los acuerdos y definición de estos temas finos no hay un tiempo límite para su discusión y aprobación. “Desafortunadamente, no. Y siempre tenemos esto, que hay acuerdos que se plantean, se aprueban, pero la ratificación es el proceso más complicado”, acepta Terrazas.

Para que entre en vigor este acuerdo se necesitan que 60 países ratifiquen el tratado.

“Es muchísimo, son bastantes países los que tienen que ratificar este acuerdo. A veces ha habido casos como en el Acuerdo de París que en menos de un año, prácticamente más de 50 países habían ratificado, hay otros en los que nos hemos tardado un poco más”, reflexiona.

El Tratado de los Océanos o Tratado BBNJ (Biodiversity Beyond National Jurisdiction) comenzó a discutirse en Naciones Unidas en 2006, para garantizar la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad marina en las áreas situadas fuera de las jurisdicciones nacionales.

Tras un proceso de 17 años de negociaciones sin conseguir un acuerdo, ahora es su momento, sin embargo, falta su ratificación.

“Los países normalmente que tienen las capacidades, la tecnología para ir a explotar el mar van a ser los más renuentes en firmar este acuerdo, entonces eso es algo que estaremos viendo en los siguientes meses; ojalá y no en los siguientes años porque la realidad es que si queremos llegar a proteger el 30% del mar en altamar para el 2030, pues tenemos el tiempo encima”, reflexiona la directora de Oceana.

Los intereses económicos en las zonas de altamar son muchos ya que es una mina de riqueza para grandes empresas de biotecnología. Al respecto, se le cuestionó que tan histórico es el tratado, como lo están diciendo algunas organizaciones ambientalistas, cuando debemos esperar a que 60 países tendrían que aprobar una ratificación.

“Es complicado. Al final yo comparto el furor de que se haya logrado por dos razones, la primera porque nos costó años, y la última semana fue cardíaca, como película, ya sabes películas hollywoodense que al final después de una discusión y todos cansados por fin se logra un acuerdo. Lo segundo, es la visibilidad que ha generado en el mar, en la importancia de poder finalmente construir un piso mínimo sobre lo que sí queremos ponernos de acuerdo. Es importante, eso no lo podemos negar, fue un gran trabajo”, destaca.

Sin embargo, los resultados no serán inmediatos, apunta. “Estamos en un punto en el que tenemos que empezar a tener resultados más cercanos y de corto plazo en el mar; de corto plazo en la decisión y en la acción pero de largo plazo en los beneficios y eso es algo que no necesariamente va a suceder con este acuerdo, nos encantaría que así fuera”.

Terrazas tiene la esperanza de que pase algo muy parecido como el Acuerdo de París, donde en menos de un año ya estaban prácticamente todos los países a bordo.

“Eso sería genial, sin embargo, también sabemos por experiencia que los acuerdos internacionales no necesariamente significan un cambio. Seguimos sin cumplir los acuerdos de cambio climático, entonces siempre tiene sus asegunes, pero hubiera sido muy triste el escenario contrario. El no tener el acuerdo hubiera sido terrible”.


PANORAMA EN MÉXICO

México tiene la posibilidad de cumplir 30 por ciento de zona protegida “estamos en un 22 por ciento; nos falta, mucho menos de lo que nos faltaba hace 10 años”, aclara la directora de Oceana.  

“Hay varias cosas que hay que hacer como país, el primero sin lugar a dudas es entender que como política de Estado debemos priorizar el cuidado del ambiente y de las personas en relación con su ambiente no es una tarea sólo de una de una agencia o de una secretaría es algo que tiene que ser entendido de una manera mucho más amplia y completa”, señala.

Terrazas destaca que es fundamental tener una política de Estado. “México todavía tiene un espacio para crecer en la protección de sus áreas marinas protegidas; es un trabajo más allá de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas no sólo es un trabajo para ellos, no sólo es un trabajo de Semarnat; es un trabajo de Economía es un trabajo de Hacienda es un trabajo de Gobernación y es un trabajo de la Conapesca”.

Explica que el trabajo de Conapesca es importante ya que “hay muchas decisiones que tomar alrededor de las pesquerías de México; son 300 mil familias que dependen de la pesca ribereña en México y hoy en día la única política pública de la Conapesca es dar 7,200 pesos al año a cada pescador”.

Indica que en este tema de la pesca ilegal “gigantesca y creciente no hay otras soluciones para los pescadores que están viendo sus especies deterioradas”.

En México, más del 40% de las pesquerías están deterioradas o colapsadas, “entonces lo que estamos viendo es abandono y lo que se requiere hacer es una política de estado”.


 ¿SIMULACIÓN O LETRA MUERTA?

Seis años para llegar a la meta de 30 por ciento de protección de altamar suena muy ambicioso, sin embargo, para Terrazas lo que importa es comenzar a protegerlos.

“Hay una necesidad urgente de proteger fondo marino y de proteger esas zonas que quizá no hemos explorado, pero ya hay empresas que quisieran explotar por ganancia, económicas, entonces, proteger esa zona sería lo primordial independientemente de cuánto porcentaje representen, así es el 2, 3, 4, 5 o el 50 por ciento”, señala.

Para la visión de Terrazas, esta conservación debe venir de la mano de los estándares para las evaluaciones de impacto ambiental para la explotación de altamar.

Sin embargo, según el tratado va a depender de cada país y de la empresa que contrate, y de sus propios estándares, la evaluación de impacto ambiental.  “Lo ideal sería que hubiera un estándar mínimo elevado para todos los países de la misma forma”.

¿Esto no crea una letra muerta o una simulación?, se le pregunta.

“Siempre son un problema porque muchas veces son juez y parte y la autoridad evaluadora”.

Sin embargo, explica que cuando tienes diferentes países puedes “un poco emparejar esa parte porque serían diferentes países que tendrían que estar revisando cómo está construida la evaluación; no es el propio estado evaluando a una secretaría sobre un propio proyecto. Entonces eso lo podría hacer”, finaliza.


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