La pandemia que estamos viviendo como humanidad nos ha traído varios cambios en lo laboral, en la cotidianidad, en nuestras relaciones, en un cambio de concepción sobre el tiempo y el espacio, en lo existencial; tratando de comprender la finitud, la muerte y hasta el sentido de vida. Todos estos temas son por excelencia aspectos a revisar en la psicoterapia humanista.
Opinión: Erandi Eugenia Ruiz Caudillo**
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Desde hace un siglo, el origen de la psicología tuvo como objetivo conocer el análisis y la comprensión de la conducta humana y de los procesos mentales.
Epistemológicamente en su origen la forma de llegar a conocer al hombre (en términos androcentristas) se basó en la aplicación del método científico, es decir en conocer la causa y el efecto de las problemáticas y trastornos psicológicos que las personas vivían.
Conforme fue transcurriendo el tiempo al igual que en otras disciplinas, la psicología fue construyendo nuevas perspectivas terapéuticas para acompañar a las personas que acudían al consultorio.
Cabe mencionar que nos es lo mismo hablar de psicología y de psicoterapia, la primera implica todo un bagaje teórico-conceptual que nos permite conocer de manera generalizada los procesos de desarrollo cognitivo-conductual que vive el ser humano, la crítica bajo esta concepción está en que somos diversos a pesar de nuestra condición humana y no todos vivimos y miramos el mundo de la misma forma.
La psicoterapia en cambio es una rama de la psicología clínica que tiene toda una metodología hacia la intervención en el consultorio basado en diferentes paradigmas, saberes y técnicas de acompañamiento.
Si bien el objetivo de este texto no es hablar de las distintas corrientes de pensamiento en la psicoterapia me parece fundamental hacer referencia de manera breve a cada una de éstas.
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El psicoanálisis encabezado por el pensamiento freudiano se basa en la idea central de que todas las personas poseen pensamientos, sentimientos y deseos que se encuentran en el inconsciente y es gracias al análisis que se pueden volver conscientes. El método fundamental consiste en la llamada asociación libre (donde la persona habla libremente sin interrupciones) y la interpretación de los sueños entre otras formas de aproximación a la experiencia del paciente.
La relación analista-consultante está puesta en quien llega al consultorio y casi siempre es una relación poco horizontal, el “experto (a)” tiene el conocimiento que nunca es cuestionado y algunas veces se espera que el especialista tenga respuestas concretas y una Verdad Absoluta ante las problemáticas que se espera sean resueltas por esa voz profesional.
El enfoque cognitivo-conductual se centra en el estudio de las leyes comunes que determinan el comportamiento humano.
En su origen el conductismo tradicional deja de lado lo intrapsíquico para focalizarse en la conducta observable, los conductistas a menudo han sido vinculados al mundo de la psiquiatría por su utilización del método experimental para obtener conocimientos, esto nos lleva a comprender cómo todavía el positivismo sigue presente en la ciencia.
Para definir puntualmente uno de los objetivos de este enfoque Shertzer y Stone (1972: 56), señalan que “la mayor parte de la conducta humana es aprendida y está por ende sujeta al cambio”, ciertos cambios específicos del ambiente del individuo pueden ayudar a modificar ciertas conductas.
Los tres métodos básicos de tratamiento son:
- Inhibición recíproca (para tratar fobias y ansiedades irracionales).
- Terapia de aversión (se utiliza el castigo para la eliminación de determinadas conductas).
- Condicionamiento operante (si una conducta tiene consecuencias positivas para quien la realiza será más probable que se repita, mientras si tiene consecuencias negativas, esta probabilidad disminuirá).
El enfoque cognitivo-conductual es muy útil para trabajar fobias, trastornos de la conducta alimentaria y adicciones. Sin embargo, sigue siendo determinista y reduccionista.
El tercer enfoque de la psicoterapia es el humanismo, llamada también la tercera fuerza de la psicología. Nace oficialmente en Estados Unidos en 1962, cuando un grupo de psicólogos y pensadores progresistas de la época declaran su voluntad en desarrollar un enfoque nuevo que trascendiera los determinismos y la fragmentación de los modelos vigentes del psicoanálisis y del conductismo; el anhelo era entonces desarrollar un nueva psicología que se ocupe de la subjetividad y la experiencia interna de la persona como un Todo, es decir comprender la parte del pensamiento, las emociones, lo existencial y hasta espiritual de la condición humana.
Es importante señalar que la tercera fuerza en su origen no surgió específicamente de los medios académicos de investigación universitaria, sino que sus raíces se encuentran en la filosofía, la literatura y las observaciones clínicas, en este contexto es que la psicología humanista se nutre y se desarrolla teóricamente gracias a las aportaciones de distintos autores como Carl Rogers, Fritz Perls y Abraham Maslow.
Para poder comprender la diferenciación entre los anteriores paradigmas, la psicoterapia humanista se basa en la llamada fenomenología (se concentra en el estudio de los fenómenos tal cómo los experimenta el individuo). Se requiere que la persona que experimenta un fenómeno le preste atención tal como se le aparece en la conciencia, es decir un psicoterapeuta humanista tiene como objetivo mirar desde la observación, la intuición, la escucha activa y promover la descripción de la experiencia y tratar de comprender los significados del paciente, siempre desde una mirada empática, cercana, dialogal e incluyente.
En la psicoterapia humanista encontramos distintas corrientes, la psicoterapia Gestalt, la psicoterapia Humanista-existencial, la Logoterapia y el Enfoque Centrado en la Persona, cada una tiene su propia teoría y técnica para trabajar en el consultorio, sin embargo tienen en común: Ver la complejidad de la experiencia humana validando la subjetividad del paciente o consultante.
Psicoterapia en tiempos de Covid
La pandemia que estamos viviendo como humanidad nos ha traído varios cambios en lo laboral, en la cotidianidad, en nuestras relaciones, en un cambio de concepción sobre el tiempo y el espacio, en lo existencial; tratando de comprender la finitud, la muerte y hasta el sentido de vida, todos estos temas son por excelencia aspectos a revisar en la psicoterapia humanista.
También ha cambiado la forma de dar psicoterapia, por los cuidados que hemos tenido que aprender durante la existencia del virus, es decir, si antes la atención se daba presencialmente en un consultorio, ahora lo seguimos haciendo bajo estrictas medidas como la sana distancia y el uso de cubrebocas (con cierto miedo de contraer el virus a pesar de las medidas sanitarias).
La otra forma que se ha vuelto novedosa para varios psicoterapeutas es dar consulta virtual a través de distintas plataformas, éste sería un primer aspecto que en un principio me cuestionaba, ¿Es posible acompañar a los otros a través de un medio virtual?.
Si uno de los factores fundamentales para el acompañamiento terapéutico es la presencia y algunas veces el contacto físico (sobre todo en terapias psicocorporales), al pasar de algunos meses y trabajando de manera virtual puedo contestar afirmando que es posible y viable dar psicoterapia de esa manera, es decir a partir de la imagen y el audio puedo percibir lo fenomenológico, el tono de voz, algunos movimientos corporales y hasta puedo percibir los sentimientos de mis pacientes.
Cabe compartir que durante los primeros meses de la pandemia y en solidaridad a lo que nos ocurría pude dar atención gratuita a algunas personas que necesitaban apoyo y que no tenían recursos para pagar pues habían perdido su trabajo, es grato saber que varios colegas también se sumaron a la causa y se gestaron varias agrupaciones que ofrecen apoyo psicológico de manera gratuita.
Desde mi perspectiva esta es una de las partes positivas de la pandemia, poder mirarnos, sabernos necesarios unos a los otros y poder apoyarnos desde lo colectivo.
¿Qué síntomas y necesidades han surgido durante la pandemia en México?
Clínicamente lo que más ha presentado la gente es depresión y ansiedad, algunos por la pérdida del trabajo, otros por el encierro y sentir incertidumbre de poder ser contagiados, algunos por sentir soledad y otros por estar en demasiada interacción en el lugar donde viven, unos más por violencia familiar.
Existencialmente hablando me parece que varios temas que se abren en las sesiones de psicoterapia tienen que ver con el sentido de vida, Victor Frankl padre de la Logoterapia señala que el sentido está en hallar un propósito, en asumir una responsabilidad para con nosotros mismos y para el propio ser humano (1945), también subrayó que el sentido de vida no sólo difiere de una persona a otra, sino que nosotros mismos tendremos un propósito vital en cada etapa de nuestra existencia.
Así es como varios de los pacientes se han estado preguntando sobre lo efímero de algunas de sus elecciones, experiencias y sobre la finitud de la vida, aspecto que a algunos los ha llevado a resignificar sus necesidades vigentes y a reflexionar sobre lo que realmente es importante.
En este sentido, si bien la psicoterapia humanista sólo se vuelve un apoyo en la toma de conciencia, resulta fundamental para el acompañamiento con el otro, para poder expresar lo que siento, lo que pienso, lo que deseo y sobre todo para poder darme cuenta de cómo soy constructor (a) de mi propia vida sabiendo que somos seres en relación y conviviendo con un entorno (ambiente ecológico) determinado que nos está diciendo que es frágil y que tenemos que respetar para coexistir como seres vivientes en este planeta.
**Erandi Eugenia Ruiz Caudillo, antropóloga social y psicoterapeuta Gestalt.
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