Verdad climática y negacionismo
/ Por: Julio Santoyo Guerrero**
Desde las ciencias se ha advertido, a partir de datos obtenidos con rigor metodológico, que el cambio climático es un fenómeno que está en marcha y que sus efectos serán —lo son ya— catastróficos para nuestra civilización.
El origen de esta crisis lo identifican los estudiosos en factores antropogénicos, es decir, ocasionados por la actividad humana.
La verdad científica sobre el cambio climático, sin embargo, no ha caído bien entre algunos sectores productivos que sienten amenazados sus negocios, sobre todo por el temor de que los gobiernos del mundo se decidan a actuar para controlar o anular las causales.
En un fenómeno global como el cambio climático caben una gran cantidad de causales. Es un fenómeno multicausal, tiene que ver con el uso aún generalizado de energéticos procedentes del petróleo y el carbón, pero también está relacionado con la perdida abrumadora de bosques, la tala ilegal, el cambio de uso de suelo, las plantaciones extensivas aguacateras y de frutillas, el crecimiento demográfico carente de sustentabilidad, la pérdida de aguas saludables, y todo lo anterior relacionado con el estilo de vida de nuestra civilización.
La tardanza con la que están llegando los gobiernos del mundo con políticas públicas eficaces para revertir el cambio climático, ha permitido que sistemas productivos con un elevado riesgo ambiental continúen creciendo fuera de control y aproximando sus entornos territoriales a límites irreversibles.
Los estudios sobre los efectos del cambio climático han dejado de ser tema solo de la academia. Ahora los efectos son visibles y sufribles por las personas en todos los lugares.
El incremento de la temperatura del planeta no es una condición que se focalice en un sitio. La modificación de los patrones climáticos, se sabe ahora, tiene consecuencias en la intensidad de las lluvias y también en el comportamiento de los ecosistemas en los que vive el ser humano e impactan negativamente en la producción agropecuaria que es vital para alcanzar adecuados estándares alimenticios.
La verdad climática, no obstante su consistencia argumentativa, ha sido atacada de manera reiterada por lo que suele denominarse “las otras verdades”. Sin embargo, el propósito subyacente que pretenden es el de actualizar la legitimidad de las prácticas productivas que resultan aludidas por los resultados de las investigaciones.
Atrás del negacionismo, implícito en “las otras verdades”, está clara la presión económica y política de los agentes productivos que buscan dar continuidad a sus empresas y mantener sus ganancias con los medios de producción instalados. Es decir, seguir haciendo negocios como si la realidad natural fuera la de hace al menos 100 años.
Los señores del petróleo, el carbón, el aguacate, las frutillas, vienen desplegando una campaña de alcance mundial pregonando datos con los que se busca persuadir del nulo efecto climático y ambiental de sus productos. Incluso enalteciendo propiedades ambientales que en realidad nunca han tenido sus productos. Un ejemplo de ello es la propaganda de Apeam que hace apología de supuestas bondades ambientales del aguacate.
En una época en que los subjetivismos son acogidos de manera masiva como medio legitimo para construir “verdades” singulares con alcances operativos para normar la vida, el negacionismo climático se constituye en un grave peligro para la humanidad.
La persuasión social de que no pasa nada termina banalizando la realidad de la crisis ambiental, y lo más grave, posponiendo la toma de decisiones de política pública para contener y revertir los daños que esos sistemas productivos están generando.
El valor que, en los tiempos que corren, se le ha otorgado a los subjetivismos y a los relativismos, incluso por arriba de la verdad científica, es una mala noticia para la marcha del mundo.
Nos coloca en una condición de alto riesgo porque anula la capacidad social y gubernamental de respuesta ante un fenómeno que amenaza con destruir nuestra civilización.
Verdad climática y negacionismo
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**¿QUIÉN ES?
Julio Santoyo Guerrero
Es consejero del Consejo Estatal de Ecología de Michoacán e Integrante del Consejo Promotor de Área Natural Protegida en Madero, sur de Morelia y Acuitzio del Canje.
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