¿Aguacate seguro?
/ Por: Julio Santoyo Guerrero**
Cada día que pasa con la frontera cerrada se pierden millones de pesos en el negocio aguacatero. No se trata de cualquier pérdida porque en este cultivo descansa la parte más grande de la economía agrícola de Michoacán. Es un sector que ofrece empleos a más de trescientos mil trabajadores, aunque precarizados y alejados de los derechos de los empleos formales.
Con optimismo se anunció que el cierre podría levantarse en unos tres días. Han pasado seis y la frontera sigue sellada.
Apeam y el gobierno de Michoacán se han empeñado en proponer alternativas para ofrecer seguridad a la cadena productiva. Los boletines de prensa siguen siendo optimistas en relación con los encuentros con los representantes del gobierno estadounidense, pero los embarques siguen cancelados.
Se espera una respuesta afirmativa de un día para otro, se ha dicho, creyendo que así ocurrirá. Y tal vez tengan razón si el único interés del gobierno estadounidense fuera, en términos acotados, la seguridad de la cadena productiva. ¿Pero, y si la perspectiva de los vecinos del norte es mucho más amplia?
¿De verdad la frontera se cerró sólo por una llamada amenazante que recibió personal de USDA desde un penal? ¿No hay nada más?
Si la decisión estadounidense se disparó por esa sola llamada puede ser que haya razón en el optimismo y baste con darle seguridad a los aguacates para que el comercio continúe. De ser así en cualquier momento la frontera será abierta.
Pero ¿y si la decisión tiene alcances mayores? ¿Y si el cierre de la frontera es sólo el movimiento en una jugada más grande? No deben pasarse inadvertidas las palabras con las que se refirió al asunto el presidente Obrador: “hay intereses económicos, comerciales y hasta políticos”.
En ese sentido podría ser poco útil la propuesta que han construido los del sector aguacatero para remediar la inseguridad en la cadena productiva si esta no satisface la otra parte de la agenda embozada que busca tratar el gobierno de Biden con Obrador.
Esto queda claro con la dura expresión que tuvo al respecto uno de los aguacateros icónicos de Tacámbaro señalando que “la motivación de la prohibición para exportar aguacate a los Estados Unidos no es la seguridad y que a Andrés Manuel le vale madre lo que les pase a los productores de aguacate.”
Si el problema de fondo en este diferendo es la seguridad, habrá que decir que la alternativa generada por Apeam es del todo limitada. No pasan de ofrecer un encapsulamiento seguro para el fruto.
De aplicarse veríamos, como ya se empezaba a ver, caravanas de camiones aguacateros resguardados por corporaciones como la Guardia Nacional, Policía Michoacán, Sedena, etc., e inspectores escoltados por personal de seguridad.
Sin embargo, sería contrastante un despliegue de seguridad en las huertas aguacateras y empaques de un poco más de 50 municipios mientras la población continúa siendo extorsionada, asesinada, desplazada y desaparecida.
En esa alternativa no hay integralidad hay selectividad. El problema de la seguridad en Michoacán es más profundo, tiene que ver con el control territorial armado de grandes partes del estado por el narco, con un sistema de extorsión que no solo alcanza a los aguacateros, también a los limoneros, a los industriales, comerciantes, restauranteros y pobladores ordinarios.
Es un asunto que supone la intervención federal para acotar y desmantelar a los carteles del crimen. Si la seguridad no se garantiza para todos los michoacanos entonces no hay integralidad y representará un agravio para el resto de los ciudadanos.
Tampoco incluye Apeam la cuestión ambiental en su propuesta integral para la apertura de la frontera. A contracorriente de su propia propaganda prefieren guardar silencio al respecto.
No debe omitirse que la expansión aguacatera en gran media ha ido acompañada de la operación criminal para imponer el cambio de uso de suelo e integrar miles de hectáreas boscosas como cultivos de aguacate, mismas que ahora son certificadas para el comercio con Estados Unidos.
Es probable que Apeam no esté hablando el mismo lenguaje que el gobierno estadounidense, es más que no esté en la frecuencia de la agenda real que a ellos les interesa.
El esquema limitado de “aguacate seguro” podría estar muy distante de las expectativas del norte.
Bien haría Apeam, el gobierno del estado y el gobierno federal, de entrar de lleno a la agenda en verdad integral del aguacate michoacano para abordar todas sus dimensiones, la económica, la ambiental, la laboral, la criminal y la política.
¿Para qué le dejan espacios vacíos en la agenda a los estadounidenses si saben que ellos no la bailan sin guarache?
¿QUIÉN ES?
Julio Santoyo Guerrero
Es consejero del Consejo Estatal de Ecología de Michoacán e Integrante del Consejo Promotor de Área Natural Protegida en Madero, sur de Morelia y Acuitzio del Canje.
Las ideas vertidas en la sección de Opinión son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten. La política editorial de en15dias.com promueve su difusión como contribución a la discusión acerca de los conflictos sociambientales, salud, derechos humanos y política ambiental.
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